Nizar Baraka es uno de los dos ministros marroquíes que han venido a España a explicarnos lo que sucede con Aminetu Haidar. Como si no tuviéramos bastante información, ni supiéramos cómo interpretarla. La opinión de los observadores internacionales es que los saharauis son maltratados, perseguidos, encarcelados, torturados o hechos desaparecer por la simple cuestión de negarse a reconocerse como marroquíes. Marruecos viola sistemáticamente los derechos humanos de los marroquíes. Abdelwahed Radi, el otro ministro que nos ha visitado, ha dicho que no es su problema que Aminetu Haidar muera.
Los saharauis eran españoles y de pronto pasaron a ser marroquíes, sin que nadie hubiera tenido en cuenta su opinión. Aun en el supuesto de que hubieran deseado que ocurriera eso, el hecho de que no se les consultara nada les reduce a meros objetos; esos dos sujetos también pretenden convertirnos en objetos a los españoles, al ordenarnos cómo hemos de ver las cosas, porque si no lo hacemos así puede caernos el diluvio universal.
Claro que una huelga de hambre es un chantaje, pero para que sea efectivo tienen que darse algunos supuestos. Que coyunturalmente convenga al gobierno de turno, como sucedió en el caso de De Juana, o que logre despertar el interés público, cosa nada fácil. Aparte de convenir en que lo que hace es un chantaje, ¿qué solución le queda a Aminetu Haidar? ¿Irse a llorar por las esquinas, como creían que haría quienes ordenaron su deportación a España y quienes la autorizaron? Todas las resoluciones de la ONU han favorecido a los saharauis, pero luego se les ha dicho que pueden utilizar ese papel para abanicarse cuando abrase el sol del desierto.
Esperemos que el sacrificio de Aminetu Haidar haga recapacitar a los gobiernos del mundo. No se hace ningún favor a la paz apoyando a regímenes corruptos como el Marruecos.
Los saharauis eran españoles y de pronto pasaron a ser marroquíes, sin que nadie hubiera tenido en cuenta su opinión. Aun en el supuesto de que hubieran deseado que ocurriera eso, el hecho de que no se les consultara nada les reduce a meros objetos; esos dos sujetos también pretenden convertirnos en objetos a los españoles, al ordenarnos cómo hemos de ver las cosas, porque si no lo hacemos así puede caernos el diluvio universal.
Claro que una huelga de hambre es un chantaje, pero para que sea efectivo tienen que darse algunos supuestos. Que coyunturalmente convenga al gobierno de turno, como sucedió en el caso de De Juana, o que logre despertar el interés público, cosa nada fácil. Aparte de convenir en que lo que hace es un chantaje, ¿qué solución le queda a Aminetu Haidar? ¿Irse a llorar por las esquinas, como creían que haría quienes ordenaron su deportación a España y quienes la autorizaron? Todas las resoluciones de la ONU han favorecido a los saharauis, pero luego se les ha dicho que pueden utilizar ese papel para abanicarse cuando abrase el sol del desierto.
Esperemos que el sacrificio de Aminetu Haidar haga recapacitar a los gobiernos del mundo. No se hace ningún favor a la paz apoyando a regímenes corruptos como el Marruecos.
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