Lo
sorprendente habría sido que Otegui saliera en defensa de la ley y
mostrara respeto hacia las fuerzas del orden que con tanto sacrificio
y esfuerzo protegen a los ciudadanos de los delincuentes y otras
amenazas.
Como
prueba de la abnegación de la Policía y la Guardia Civil basta
fijarse en el esmero con que cuidan el chalet de Iglesias y Montero
de ocupas, mirones y
cualquier otra persona que se quiera colar en la lujosa vivienda con
los fines que sean.
El
etarra (algunos le llaman exetarra, pero él nunca ha renegado de la
banda ni se ha arrepentido del daño que ha causado) suele llevar
también esa porquería en la solapa con la que los catalanistas
pretenden insultar a los demócratas. Para
escarnio de los que están siendo juzgados en el Supremo. Los que se
solidarizan con ellos son los que son.
Otegui
es un etarra y, por tanto, un ser depravado, sin honor ni dignidad.
El
hecho de que apoye al gobierno y pida el voto para el actual
presidente es una vergüenza para España, vergüenza que, por
cierto, hay que sumar a otras, como la de tener un presidente
plagiario, una ministra que tilda de maricón a otro ministro,
etcétera.
Demócratas
son las personas adultas y civilizadas y, por tanto, respetuosas con
la ley, lo que lleva inexorablemente a tener consideración con los
demás, circunstancias que no concurren en los catalanistas, ni por
supuesto en los bildutarras o podemitas, que vienen a ser muy
parecidos.
A
Junqueras le dio por compararse con Sócrates, con lo cual demostró
tener una cara dura a la altura de la de Sánchez. Sócrates
respetaba la ley hasta
los últimos extremos.
Un
demócrata honra como es debido a la Policía y la Guardia Civil,
porque
sabe que
sin su labor no puede haber democracia. Por
el contrario, los facinerosos intentan desacreditarlas.
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