Afirma
la alcaldesa de Valencia que es fundamental que sea así. Y
probablemente tiene razón. CaixaBank tiene el treinta por ciento de
las acciones de Aguas de Valencia, pero Barberá no quiere que entre
a formar parte de los órganos de gestión y hay motivos para pensar
que lo conseguirá.
Lo
que ocurre es que hay muchas cosas que eran fundamentales y que ya no
las volveremos a tener jamás, y de esas Barberá no habla. Se han
perdido bajo el gobierno del PP, que lleva tanto tiempo gobernando en
la Comunidad Valenciana que no puede hablar de herencias, ni de nada
parecido. Todo es imputable a la mala gestión de este partido.
El
hecho de que CaixaBank tenga ese número de acciones no es ajeno al
PP. Las tiene a través del banco que el gobierno de España le ha
regalado, porque el gobierno valenciano, durante muchos años,
propició y consintió su mala gestión. Todavía no se ha escuchado
ningún reproche de Rita Barberá, ni de nadie de su partido, a José
Luis Olivas. Y es lógico que sea así. Hacerlo significaría
reconocer su culpa. Y también que, quizá, Olivas se pudiera
cabrear.
Por
cierto, habría que rastrear en las hemerotecas lo que decían los
medios presentes en la Comunidad Valenciana, durante los años en que
se estuvo gestando la catástrofe, de los dirigentes de la CAM,
Bancaja y Banco de Valencia.
Barberá
se planta ante CaixaBank y acapara titulares que los medios afines le
conceden. Da la impresión de que defiende los intereses valencianos,
cual Agustina de Aragón autóctona. Aquí estoy yo, dice. Pero son
tantas cosas las que calla, sobre tantos asuntos que afectan tan
directamente a los valencianos, que no queda más remedio que pensar
que todo es pose electoral. En esto es la mejor.
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