José
Antonio Zarzalejos ha tenido muchos cargos en el periodismo, aunque
ignoro si los ha desempeñado bien o mal. España es un país en el
que resulta muy difícil hacer carrera si no se asumen ciertas
actitudes.
Aunque
hay muchos ejemplos sobre el particular, cabe señalar como momento
cumbre el del editorial conjunto de doce medios catalanes. Este hecho
tan escandaloso no hubiera podido suceder en un país de larga
tradición democrática.
Todos
los periódicos de papel españoles van mal, o por lo menos la
mayoría. Quizá se salve alguno pequeño, quizá por su localismo.
Esto significa que sus directores lo han venido haciendo mal, salvo
que al aplicar la lupa a alguno en concreto se encuentren causas que
lo justifiquen.
Zarzalejos
ha publicado hoy un artículo en cuyo título va la palabra botifler.
Y a lo largo del mismo no dice nada acerca de que el hecho de que se
utilice este apelativo hoy en día, en pleno siglo XXI, pone de
manifiesto que lo evolución humana es un mito. Es decir, la
evolución no se produce en todos, sino sólo en aquellos que se
esfuerzan en conseguirlo.
Ocurre
además que esos que ponen las etiquetas de botifler a quienes no se
tragan la bola, para marginarlos, también ponen las de fascista o
facha. Como se suele decir, con un par.
Anna
Grau, en cambio, vive en el centro del huracán, o sea, que está
rodeada de nacionalistas. Es
joven, es decir todavía tiene que recorrer el camino y comienza
llamando al pan pan y al vino vino. Su artículo de hoy se titula
Tic,
tac, tic, tac, la mayoría fantasma va a estallar…
y
ya aviso de que no se muerde la lengua. No
les puede gustar a los nacionalistas, esos 'demócratas impecables',
cuyo
sentido de la democracia consiste en insultar a quienes se les oponen
y pasarse por el forro las leyes que les
molestan, esas leyes que precisamente están para proteger a los
ciudadanos, incluidos los nacionalistas.
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