Y
lo contratan como abogado y lo nombran consejero de una gran cantidad
de empresas. La anécdota la ha sacado Francisco de Carreras de un
libro de Jorge Solé Tura. El mito construido en torno a aquellos
años preconstitucionales va cayendo poco a poco.
Durante
la redacción de la Constitución, el diputado Letamendia quiso
introducir el derecho de autodeterminación. El representante del PNV
se abstuvo. Miguel Roca Junyent se fue corriendo al aseo para no
votar. Le acompañó el representante del PSC. Para acabarlo de
arreglar, esos dos le mandaron una nota a través del ujier a Jorge
Solé Tura para que hiciera lo mismo.
Estaban
redactando algo tan importante para todos los españoles como la
Constitución y no se les ocurrió nada más que simular una urgencia
para no votar un punto, y urgieron a otro para que hiciera lo mismo.
Ese es el sentido de la responsabilidad de ese par y ese es el respeto
que demostraron tener a los ciudadanos. Y encima sectarios. ¿Qué
les inducía a pensar que Solé Tura les secundaria? ¿Pensaron que
por el simple hecho de que era comunista se iba a comportar de modo
tan lastimoso?
Felipe
González y Alfonso Guerra, que por aquel entonces dominaban por
completo al PSOE, tienen algo que decir, porque de ningún modo
debieron consentir que el diputado del PSC se ausentara.
El
talante con el que se afrontó la Constitución estuvo lleno de
trampas y cobardías. No hubo un intento de buscar unos ideales que
fueran el punto de referencia de los ciudadanos. La ocasión era
grandiosa y eso sí que lo vieron todos los protagonistas. Ellos se
sentían como estrellas de cine, se regodeaban en ese pensamiento. No
eran tiempos para pensar en el lucimiento, sino en el bien común.
Pero algunos, cuando tocaba procurar el bien común simularon tener
diarrea.
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