Me refiero a la tontería esa del
referéndum revocatorio, una trampa con la que pretende disfrazar, y
lo consigue en muchos casos, sus ansias dictatoriales de ínfulas
democráticas.
Sólo puede engañar a quienes quieren
ser engañados, porque en democracia todo está inventado. Se sabe
que el sistema democrático tiene muchos agujeros, entre ellos que el
país si elige la mejor opción es por casualidad, porque no puede ir
al ritmo de los mejores, sino al de la media de la población.
Algunos autores como Inmanuel Kant, Alexis de Tocqueville y John
Stuart Mill que la democracia, sistema que defendían, puede generar
una agobiante presión de la opinión pública sobre los modos de
pensar y actuar de los individuos. Esto se va viendo en algunas zonas
de España de las que algunas personas han tenido que emigrar, muy a
pesar suyo, por este motivo.
El sistema democrático es imperfecto,
pero los demás son mucho peores, razón por la cual hay que
preservarlo como sea. Conviene prestar atención a las maniobras de
esos tipos, con coleta o sin ella, que pretenden revocarlo, para
instaurar de tapadillo una dictadura.
Las bases de la democracia son claras:
separación de poderes, Legislativo, Ejecutivo y Judicial, y respeto
absoluto a las leyes vigentes en cada momento. Quienes desobedecen, o
instan a desobedecer, las leyes en un estado democrático no son
demócratas.
Exigir referéndums en Cataluña, o en
donde sea, es antidemocrático. Para poder llegar a ese punto habría
que recorrer el camino adecuado, es decir, cambiar las leyes actuales
por otras que lo hicieran posible. Para ello habría que argumentar y
convencer sobre la conveniencia de hacerlo. Porque esa es otra
cuestión, el sistema democrático requiere personas adultas y
conscientes de la importancia de su voto. Los caprichos no caben en
democracia.
El referéndum revocatorio, como es
lógico pensar, no existe en el Reino Unido, ni en Alemania, ni en
Estados Unidos, ni en Francia, ni en Dinamarca, etc. En Venezuela,
sí.
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