Arturo Pérez-Reverte puede gustar más o
menos, se puede estar de acuerdo o en desacuerdo con él, pero lo que
no se le puede negar es su intento de ecuanimidad. Sabrá interpretar
mejor o peor los hechos y ese es el riesgo que sabe que corre. Si los
interpreta mal sus libros no podrán perdurar.
Monedero, en cambio, no trata de vender
ningún libro, sino que lo suyo es tratar de conquistar el poder y
para ello se sirve de recursos facilones que sabe que funcionan entre
determinado tipo de gente. A Monedero no le importa hacer el ridículo
ante Savater, por ejemplo, si a cambio de eso logra embaucar a cien
personas desprevenidas, a las que promete algo y que si le creen
desvalijará después y aun les hará creer que los está ayudando.
Monedero critica uno de los libros de
Pérez-Reverte y lo hace mediante una interpretación lineal de la
historia que aceptan quienes ya tienen, de nuevo, metido el odio en
el cuerpo, por lo que no les interesa la verdad, sino el relato que
se acomode a sus deseos.
Hace, el pájaro de cuenta este, un
elogio encubierto a los etarras. Los terroristas son la escoria de
España. Lo peor. Eso de que han luchado contra Franco es mentira. La
intención de los etarras siempre ha sido la de aterrorizar a los
españoles. Lo de disfrazarlo de lucha antifranquista les permitía
encontrar refugio en Francia, algo de lo que los franceses deberían
avergonzarse.
También miente, quizá por ignorancia,
aunque no cabe descartar que lo haya hecho a propósito, cuando
afirma que el primer presidente de la democracia fue el último de la
dictadura.
Y por supuesto que para hablar de
democracia debería lavarse la boca, puesto que nada en el discurso
de Podemos tiene que ver con este sistema, que es el menos malo de
todos.
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