En esta etapa de su vida, que al final y
quizá por causas un tanto extrañas, ha resultado ser la última, a
José Manuel Maza le tocó la ingrata tarea de perseguir una serie de
graves delitos, lo que tenía la dificultad añadida de que esos
presuntos delincuentes que los llevan a cabo gozan de un cierto apoyo
popular, debido a que a pesar de que ya llevamos unos cuantos años
viviendo en democracia todavía queda mucha gente que no ha captado
que la naturaleza de ésta es el respeto a la ley.
El caso es que la muerte de este fiscal,
que había asumido la desagradable tarea mencionada como un servicio
a los ciudadanos, ha dado pie a que los invertebrados pongan de
manifiesto su condición. Los hay que han celebrado la noticia
colgando una foto con dos copas llenas de un líquido amarillento,
que chocan entre sí, haciendo un brindis.
Son los mismos, u otros muy parecidos a
ellos, que al enterarse de que Zaplana sufre una grave enfermedad,
dijeron que la noticia les hacía tanta gracia que no podían parar
de reírse.
Lo curioso del caso es que esos mismos, o personas similares a ellos, sacaron su lado cursi, estúpidamente cursi, cuando murió Hugo Chávez. Dijeron que no habían parado de derramar lágrimas y más lágrimas. También cuando Fidel Castro. Tanta cursilería, tanta mala fe lleva a pensar en la involución, en que no debería haber tanta estupidez.
Lo curioso del caso es que esos mismos, o personas similares a ellos, sacaron su lado cursi, estúpidamente cursi, cuando murió Hugo Chávez. Dijeron que no habían parado de derramar lágrimas y más lágrimas. También cuando Fidel Castro. Tanta cursilería, tanta mala fe lleva a pensar en la involución, en que no debería haber tanta estupidez.
Es obvio que les molesta la ley y
aplauden la arbitrariedad. No les gusta, lo han dicho muchas veces,
que la ley esté por encima de todo, porque cuando así ocurre las
personas pueden comportarse con dignidad, puesto que están
protegidas y nadie puede vulnerar sus derechos. Ellos quieren tener a
la gente sometida y poder castigar a quienes no se pliegan a sus
designios.
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