Camilo José Cela, si viviera, habría
visto ese programa más de una vez, si no todas. Por otra parte,
ignoro los motivos que le llevaban a ver telebasura. Pero supongo que
desde que el presentador dijo que era un programa de rojos y
maricones se le quitarían las ganas. De todos modos, deben de haber
muchos otros programas de telebasura.
Lo del presentador de este programa es
como si un pintor -no es necesario decir ‘salvando las
diferencias’, porque hay pintores malos-, al terminar un cuadro
exponerlo en una sala de arte, dijera: es para rojos y maricones.
Pues no señor. La sala de arte debe estar abierta y con las mismas
normas, establecidas de antemano, para todos. Porque también se da
el caso de que si Dolores Delgado dice que Marlasca es maricón, éste
la abraza efusivamente, pero si Macarena Olona se refiere a la
homosexualidad salta como una fiera. Y eso que fue juez.
El caso es que está muriéndose tanta
gente que se podría haber salvado de haber recibido atención médica
y tantos que han fallecido aislados, porque al gobierno no le vino en
gana tomarse en serio al virus chino hasta mediados de marzo, a pesar
de que desde enero sabía de su existencia.
Las mismas manadas que salieron a la
calle a montar un escándalo tras otro porque se decidió sacrificar
un perro, por motivos razonables, ahora protestan si se tilda de
criminal a este gobierno, y mientras tanto se entretienen viendo
telebasura y celebrando que el presentador se envalentone con alguien
en circunstancias favorables.
Lo que ha sucedido con este programa
viene a explicar la situación de España, en la que el gobierno
aunque quisiera no sabría cómo resolver el problema y se da el caso
de que al menos buena parte de sus componentes no quiere, sino que su
pretensión es traer la ruina absoluta. La parte de la sociedad que
está conforme con eso es la que aplaude a ese presentador.
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