Este juez del que se dice que muchos delincuentes pudieron eludir la acción de la justicia a causa de sus horrendas instrucciones, tuvo dos momentos cumbre. Uno de ellos fue cuando Felipe González le prometió una cartera ministerial si aceptaba ir en su lista. Lo que ocurrió luego fue que lo vio actuar en los mítines, le tuvo miedo, faltó a su palabra y le dio la cartera a Belloch. Garzón se vengó. ¿Cómo no se iba a vengar un tipo como él?
El otro momento cumbre, que le dio fama
internacional, se dio cuando la emprendió contra Pinochet. Era un
dictador, pero también tenía la misma condición Fidel Castro, por
citar sólo a uno más de los que había en aquel momento. Pero se
daban dos circunstancias, Pinochet estaba en precario y era de
derechas. La cuestión es la siguiente: la situación del Chile de
Pinochet era mejor que la del Chile actual, e infinitamente mejor que
la de la Cuba de entonces y de la de ahora, y que la de cualquier
otro país del mundo regido por el comunismo. No pretendo defender a
Pinochet, un dictador horrendo, pero no tanto como
Fidel
Castro, sino criticar al actual gobierno de Chile, y hacer ver que no
basta con criticar o encarcelar a un dictador, sino que lo
fundamental es hacer las cosas mejor.
Ahora Garzón, ese fantasma que fue apartado de la carrera judicial por su manejo arbitrario de los recursos que tenía a su disposición como juez, vuelve a estar en el candelero, lo cual debería evitar a toda costa, pero se empeña en lo contrario. Necesita ser visto y mirado.
Hay un concepto, que es el de la justicia, que debería ser el norte de todos los jueces, fiscales, abogados, funcionarios del ministerio de Justicia, etcétera, pero me temo que no es así. Garzón ha demostrado que en su caso no.
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