Adorno dijo que después de Auschwitz no se puede escribir poesía, pero Sánchez, que no es Adorno ni poeta, sino un descarado, sin cerebro ni conciencia, pide que no se olvide nunca la crueldad del régimen nazi.
No se entera más que de lo que le conviene. Lo que se vio es hasta dónde es capaz de llegar el ser humano si se dan determinadas condiciones. Por ejemplo, en España se homenajea a los sanguinarios terroristas que salen de la cárcel. Esa crueldad no le parece mal a Sánchez, puesto que es él quien la permite. Quedan casi cuatrocientos atentados terroristas por resolver, pero Sánchez no tiene ningún interés en que se investiguen y se procure resolverlos. Esa es mucha crueldad.
Hay muchos zánganos que se fotografían con Otegui, un terrorista muy flojo de mollera como todos. Y eso está permitido y nadie piensa en lo cruel que ha de ser para las víctimas. Hay socios de Sánchez, que aunque lo odien son socios, que contratan a abogados que estuvieron en la cárcel por ser terroristas. Y esto tampoco le incomoda a Sánchez. Puesto que atribuye la crueldad a los nazis y él no lo es… Pero como demócrata deja mucho que desear.
Ha dicho que todos los judíos del mundo deberían sentirse seguros y a salvo, pero se ganó la antipatía de los judíos cuando se mostró más próximo a Hamás que a Israel, y apresuró a reconocer al estado palestino, sin duda para complacer a sus socios de gobierno, claramente partidarios de Hamás.
No entiende la efeméride, ni le interesa, solo pretende utilizarla en su beneficio de forma propagandística.
Por cierto, Sánchez se suele despachar con una risa cruel. Disfruta haciendo fechorías. Tiene a sus espaldas decenas de miles de muertos por el virus chino, por no haber tomado medidas cuando debía, y también los muertos de la dana de Valencia y los daños económicos causados por el temporal.
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