La justicia colombiana ha condenado a 12 años de arresto domiciliario al expresidente Álvaro Uribe Vélez. He esperado un poco para ver las reacciones de la gente de la zona. María Corina Machado se puso enseguida de su parte y este dato ya me abrió los ojos. Otros mandatarios de países cercanos también se han manifestado en el mismo sentido, e incluso por parte de Estados Unidos se han dicho palabras fuertes.
El expresidente va a recurrir a todas las instancias que le es posible y ya está preparando la defensa. Parece ser que todo va para largo, pero mientras tanto se espera que reciba la adhesión de muchos de sus amigos y sobre todo de los votantes colombianos, que esta puede ser la fuerza que incline la balanza a su favor. Parece mentira que hablando de justicia haya que tener en cuenta a la fuerza, pero este es el mundo en que vivimos.
La noticia fue un mazazo para mí, porque Uribe fue un presidente que luchó de veras contra las FARC, esa maldita guerrilla colombiana en la que estuvieron el actual presidente, Gustavo Petro, y la presidenta de México, Claudia Sheinbaum. Es un desastre para la civilización que dos antiguos terroristas hayan alcanzado las presidencias de sus países. No parece que ni Petro ni Sheinbaum tengan mucha simpatía por Álvaro Uribe, y menos todavía por María Corina Machado, a la que la vida la ha puesto en disposición de marcar una época. Sin duda que todas las gentes de la zona van a comparar a unos dirigentes con otros y estos que fueron terroristas no saldrán bien parados. La líder venezolana tiene una ventaja: sus conciudadanos saben que es su última esperanza para recobrar la democracia. También tendrán cuidado los jueces de Colombia con lo que hacen, pues hay un enorme telescopio que los vigila.
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