Cuando Casado arremetió a traición y sin estudiarse el prospecto contra el hermano de Ayuso, voces significativas del PP, en Twitter y a cara descubierta, le aplaudieron con ganas. A esos aduladores no les ha pasado nada, siguen en sus cargos. Casado, que calculaba que Ayuso se rendiría, como todos, tuvo que dejar la política. Su odio contra ella sigue vivo, pero en otro orden de cosas parece más normal. Los gerifaltes del PP, demostrando su gusto por la derrota, eligieron a Feijóo, cuando el cargo se lo había ganado ella.
Se habla mucho del mobbing, del bullying, etcétera, pero las dos lacras están a la orden del día. ¿Si lo hacen los padres, por qué no lo han de hacer sus hijos? Tenemos un presidente que es como Casado, pero a tiempo completo. Es salvaje y torpe, pero tiene a muchas personas con más talento y preparación que él, intentando satisfacerlo en todos sus deseos. Todos tienen cerebro para investigar y disciplina para obedecer. Se sirven de esta última faceta suya y pasan por encima, sin rozarle siquiera, de la primera. No les da por analizar la personalidad de su amo, sino que le obedecen con el fin de hacer carrera, porque saben que por sus propios medios no habrían llegado tan alto. Y ahí tenemos al fiscal general a un paso de la cárcel, por no haberse atrevido a decir que no, cuando no había otra cosa que decir. También ha caído en la trampa, aunque aquí aparentemente no hay cárcel, el bobo de García Montero. Con la cantidad de gente con ganas de decirle cuatro cosas que había y les ha dado pie. Por otro lado, Begoña, David, José Luis, Koldo, Santos, no necesitaron que nadie les empujara, sino que empezaron pronto con sus cosas. Naturalmente que hablo de esos, aunque sospecho que hay muchos más.