Me parece muy bien que se vayan acumulando las querellas contra todos aquellos a los que se considera responsables de la destroza habida a causa de la dana.
Y esto es así porque los políticos actúan convencidos de su impunidad, es cierto que unos más que otros. Para el ciudadano que no tiene más remedio que pagar los impuestos que le impone la clase política resulta repugnante la poca formalidad que demuestran quienes viven de ellos. Juran o prometen cumplir y hacer cumplir la Constitución, y luego se ríen de ella o la atacan sin piedad y nadie los llama al orden. Así que está bien que vean que sus actos pueden tener consecuencias penales.
Lo mejor que ha traído Sánchez a la política hacer ver que el andamiaje del sistema necesita cambios profundos. Había mucha gente que se negaba a verlo y no ha tenido más remedio que abrir los ojos. Otra de las cosas maravillosas que ha proporcionado a la vida pública nacional es la importancia de los jueces en un sistema democrático. En una dictadura están al servicio del poder, como han venido procurando que sea los socialistas, con la conformidad de los populares, a los que ha venido muy bien en sus turnos de gobierno, pero en democracia han de estar al servicio del pueblo, o sea, de la verdad y la justicia. Quienes aplauden a los jueces que siguen criterios políticos no se dan cuenta de que se perjudican a sí mismos. Un juez de vocación, o sea, que ama la justicia no puede estar a favor de ningún político.
Todos esos partidos que pugnan por someter a los jueces con su actitud demuestran que no caben en democracia y, por tanto, no deberían ser legales.
Es de suponer que el número de denuncias contra los responsables de la catástrofe seguirá creciendo y es de suponer y desear que algunas de ellas acaben en condena, porque lo ocurrido es imperdonable.
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