La Consejería de Sanidad valenciana se dispone a pagar más, el próximo año, a los médicos que receten menos y receten medicamentos más baratos. Paralelamente, el cardenal de Valencia, ha publicado hoy un artículo en el que empieza tratando de justificar lo injustificable- pues las palabras tienen su propia fuerza y cuando se intenta reforzar ésta ocurre lo contrario-, para empecinarse luego en el error -lo que no da idea de humildad precisamente-, sigue luego con afirmaciones gratuitas -puesto que no las explica: lo que es bueno para la humanidad, es bueno para el hombre, cabría responderle, salvo que se trate de una manipulación-, y alude a continuación a la dignidad humana.
Debería, pues, el cardenal explicarle al Consejerito de Sanidad que su pretendida idea genial menoscaba gravemente la dignidad de los médicos. El diminutivo viene dado porque es una cosa tan de cajón que si no se ha dado cuenta no merece otra cosa. Los médicos han de atender muchos pacientes en muy poco tiempo. Presionarles más y de ese modo tan zafio es demencial. Por otro lado, el sistema, en el caso de que los médicos fuesen máquinas, también sería injusto. Porque el médico al que le toquen unos cuantos pacientes achacosos tendrá difícil lograr esas mejoras en su sueldo. Se le empuja a que se quiete de encima a ese tipo de enfermo.
El cardenal debería decirle, directamente y a la cara, al Consejerito de Sanidad, que lo que pretende es una sandez. Es muy fácil hacer un sermón, hablando en términos generales, puesto que quienes deberían darse por aludidos no lo hacen. Entonces, si al cardenal le interesa la dignidad humana debe luchar por ella. Los brindis al sol no cuentan, o no deberían contar.
Pero es que las pretensiones del Consejerito también ofenden la dignidad de los pacientes, de todos los pacientes. La culpa de que el sistema sanitario español, en general, y valenciano en particular, sea un desastre no es de los médicos ni de los pacientes. Más culpa tienen los sucesivos ministros y Consejeros de Sanidad, muchos de ellos realmente incapaces.
Debería, pues, el cardenal explicarle al Consejerito de Sanidad que su pretendida idea genial menoscaba gravemente la dignidad de los médicos. El diminutivo viene dado porque es una cosa tan de cajón que si no se ha dado cuenta no merece otra cosa. Los médicos han de atender muchos pacientes en muy poco tiempo. Presionarles más y de ese modo tan zafio es demencial. Por otro lado, el sistema, en el caso de que los médicos fuesen máquinas, también sería injusto. Porque el médico al que le toquen unos cuantos pacientes achacosos tendrá difícil lograr esas mejoras en su sueldo. Se le empuja a que se quiete de encima a ese tipo de enfermo.
El cardenal debería decirle, directamente y a la cara, al Consejerito de Sanidad, que lo que pretende es una sandez. Es muy fácil hacer un sermón, hablando en términos generales, puesto que quienes deberían darse por aludidos no lo hacen. Entonces, si al cardenal le interesa la dignidad humana debe luchar por ella. Los brindis al sol no cuentan, o no deberían contar.
Pero es que las pretensiones del Consejerito también ofenden la dignidad de los pacientes, de todos los pacientes. La culpa de que el sistema sanitario español, en general, y valenciano en particular, sea un desastre no es de los médicos ni de los pacientes. Más culpa tienen los sucesivos ministros y Consejeros de Sanidad, muchos de ellos realmente incapaces.
1 comentario:
Lo demencial no es la propuesta en si, lo demencial es el atrevimiento de proponer semejante cosa.
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