Piden
los socialdemócratas alemanes que la justicia actúe contra la banca
suiza. Y esto puede ser más un golpe de efecto que otra cosa. Porque
la banca suiza lleva mucho tiempo haciendo lo mismo, como para que
ahora de repente se acuerde alguien de lo que hace.
Al
principio de la crisis se habló de acabar con los paraísos
fiscales. También se habló de instaurar los malus, como
contrapartida a los bonus. Pero esas ideas buenas, que surgieron
espontáneamente del sentido común, duraron menos que un suspiro. Se
habla mucho de recortar sueldos, derechos, medicamentos necesarios
(que ahora dicen que no lo son, pero que no habrá más remedio que
tomarlos, pagándolos) y nadie se acuerda ya de los malus.
Los
altos directivos necesitan altos sueldos, y los ministros de Economía
del mundo son conscientes de ello, porque si no los tienen sufre su
autoestima y se agobian. Un alto directivo no tiene por qué conocer
a Sócrates. (Le conté una vez a uno de ellos que a Sócrates le
dejaban escapar de la cárcel, pero que él prefirió morir a vivir
sin dignidad; y varios días después me dijo: oye, ese Sócrates
debía de estar cansado de la vida, ¿verdad?). La cuestión es que
los altos directivos necesitan altos sueldos, bonus y de los malus ni
hablar del peluquín.
De
los paraísos fiscales también se ha dejado de hablar, quizá porque
en ellos esconde su dinero la gente poderosa, sin que se pueda
descartar que también lo hagan algunos socialdemócratas alemanes.
El
mundo se va a pique, pero el dinero de unos cuantos está a buen
recaudo. No se puede decir que sea todo de derechas, porque hay
dictadores de izquierdas que también tienen el dinero allí.
Es
decir, para acabar con los paraísos fiscales no basta con que un
juez diga allá voy. ¡Pobre del juez que lo intentara! Ha de ser la
ONU quien lo haga. Pero es que los principales gobiernos tampoco
quieren reforzar la ONU.
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