Hay periodistas que cobran de los
secesionistas con el fin de glorificar el que fue uno de los días
más nefastos y ridículos de Cataluña, y lo hacen; y los hay que
cobran de aquellos empeñados en hacer el mal en todo momento y lugar
y con ese fin vitorean a los secesionistas. A algunos de esos
periodistas los veremos dar un acrobático salto, similar a los que
han dado anteriormente.
Tranquiliza, sin embargo, saber no solo
que hay catalanes que están hartos sino que, además, los
catalanistas no están dispuestos a arriesgar lo que tienen. Es
decir, lo que quieren no les merece ningún sacrificio: quieren que
se les dé por las buenas. Y en el caso de que no se les dé hay
indicios de que pensaban servirse de la más vil, cobarde e indigna
de las actividades humanas, como es el terrorismo. Ahí están para
demostrarlo, las detenciones siete catalanistas, sus simpatías por
los etarras Otegui y Boye, su cobardía, puesto que unos huyen y los
otros alegaron en el juicio que todo era broma, y que tampoco sería
la primera vez.
Que lo suyo es un caprichito, propio de
niños ricos, caprichosos y consentidos lo demuestra el hecho de que
se basan en la mentira, la tergiversación histórica, el acoso en
todas sus formas a los disidentes, llegando a la violencia física, o
amenazando con ella, y que para intoxicar a todo el mundo con sus
patrañas se sirven del dinero de los impuestos de los españoles, y
esto desde hace siglos.
Conviene recalcar también que el título
que tiene Torra es el de Muy Honorable. Me ha dado la risa al
escribirlo. Pero es que antes de él lo tuvo Puigdemont, el émulo de
Dencás, y antes Mas, que lo heredó de Pujol. La Banda de los
Honorables, se podría decir. Alguien debe de sentir mucha vergüenza.
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