jueves, 3 de octubre de 2024

El embajador de Irán se marca un farol

 

Mientras Reza Zabib, embajador de Irán en España, amenaza a Israel, Al Jamenei se ha ido a esconder. Quizá en el cementerio, pensando que ahí no lo van a buscar.

No me sorprendería que la mayoría de los iraníes esté deseando que los israelíes lo encuentren y los libren de esa pesadilla. Ellos, que deben de estar deseando volver a la civilización, se ven obligados a vivir en el pasado, por culpa de unos cafres aficionados a dar latigazos, asesinar y dar uso indebido a las nobles grúas.

Tampoco se entiende que estos tipos que prometen un paraíso lleno de huríes a sus fieles, no estén ansiosos por ganarse el suyo y prefieran encerrarse en escondrijos. Podría darse el caso de que algún iraní descubriese accidentalmente la madriguera y corriese a chivarse.

Donde había un desierto, ahora hay un vergel. También lo hay en los campos de la ciencia. Y civilización. Israel es una democracia. Al margen de cualquier otra consideración u odio ancestral, la propia existencia de Israel muestra el fracaso del Islam. Los clérigos musulmanes tienen que desviar la mirada de sus súbditos, porque si hubiera paz en la zona la comparación sería inevitable. El odio impide ver. Gastan mucho dinero en propagar y justificar el odio a los judíos. Los provocan, para que no tengan más remedio que responder. Utilizan escudos humanos, para que les sirvan de base para las caras campañas propagandísticas.

Claro que Israel quiere la paz, pero a los musulmanes no les interesa. Israel sabe que para sobrevivir tiene que defenderse. Y el embajador de Irán en España sabe que puesto que su país le ha lanzado decenas de misiles Israel contestará al menos con el mismo número, solo que más certeros.

Al Jamenei también sabe que los israelíes están intentando averiguar su paradero. Se habrá llevado el móvil dentro de varias capas de material aislante y cada vez que lo saque para mirar algo tendrá diarrea.

                   Esos libros míos 

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