lunes, 13 de mayo de 2024

Si el dogma se impone a la razón, mal

 

Me han parado a veces por la calle para que firme un documento en el que se pide que se garanticen por ley las pensiones, lo cual es una tomadura de pelo porque si no hay dinero para pagarlas ya puede decir la ley lo que quiera. Pero no se me ha ocurrido pedir que se impidan esas actividades.

Tampoco las de quienes hacen proselitismo de religiones que son estafas por la calle.

Sin embargo, sí que quieren prohibir que la gente rece por la calle o quiera explicar la realidad del aborto, o argumentar en su contra con quienes acepten debatir o charlar sobre el asunto.

¿Desde cuando es democrático impedir que se charle o se argumente?

Por otro lado, tampoco creo que los rezos sirvan para nada, pero es evidente que rezar no hace daño.

Los dogmas que se imponen por la brava hoy en día y contra los que es peligroso luchar son los de la izquierda. Un dogma es algo por principio indemostrable. Uno de los que intenta imponer es que el aborto es un derecho. Por mucho que lo digan las leyes, no puede ser. Una ley que va contra la naturaleza está condenada a fracasar.

El aborto es una traición de la madre a la criatura que ha engendrado sin que ella lo pida. Necesita a la madre durante un tiempo que abarca varios años para poder prosperar. No tiene más remedio que confiar en la madre. Esa confianza se ve rota a las primeras de cambio.

Esa madre que usa el aborto como anticonceptivo, actúa de forma egoísta e injusta. Si alguien cree que una sociedad en la que se fomentan el egoísmo, la injusticia y el capricho puede prosperar es que no se ha parado a pensarlo.

Si además de que se impone esta barbaridad como dogma, se impide el debate sobre el asunto, la conclusión es que se destierra la razón.

Esos libros míos

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