Ya sabemos, desde el primer día -los que no estamos sometidos a la doctrina- que Sánchez, el Felón, tiene la antorcha. Sobre todo porque la usa sin parar y a continuación suelta su carcajada de cínico. ¿Cómo es posible que no se den cuenta quienes lo votan? El ser humano, no solo los payasos malos de Podemos, está acostumbrado a cabalgar contradicciones. Así que nuestro Felón particular se apoya en los votos de ETA, traicionando a todos los españoles en general y a los socialistas en particular. Pero como los votos de ETA no son bastantes, ha de sacar a unos cuantos de la cárcel. También a los suyos, a los del mayor quebranto público de la democracia.
Todos los que lo queremos saber lo sabemos y él también lo sabe, pero sobre todo sabe que no hay ningún artículo en la Constitución que permita echar a un presidente sinvergüenza, y eso le da mucha risa. Luego le viene la rabia, porque no todo le ha salido como pensaba y se da cuenta de que los jueces, por más que los insulte y presione, siguen haciendo su trabajo y como fruto de él van enredando a mucha gente. De hecho, él mismo está enredado, aunque todavía su nombre no haya salido a relucir en los informes policiales. Pero saldrá y eso le escuece.
El caso es que todos sabemos que tiene la antorcha, que la maneja de forma discrecional, que disfruta haciendo daño, pero es que además ha dicho que la tiene, con la chulería con que acostumbra a decir las cosas. Una antorcha en manos de un botarate, como lo es el tipo, puede servir para que España entera arda en llamas. Lo hemos visto con la Vuelta Ciclista. Así que mientras Feijóo se apresta a darle vida a Vox, Ayuso se va a poner el mono de trabajo para darle caña a él.
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