Vivimos tiempos en los que no son pocas
las personas que quieren que se les dé todo hecho. Incluso a pesar
de que se consideran demócratas, desatienden su responsabilidad
individual en asuntos graves, en la pretensión de que sea el Estado
quien resuelva las cosas.
Les basta con exhibir siempre buenos
sentimientos, aunque no se concreten en nada, y considerar el odio
como un sentimiento razonable con tal de que esté justificado.
Las etiquetas forman parte de ese mundo
fácil. Llega un botarate como Trump, se etiqueta como de derechas y
ya con ello muchos dejan de ver el peligro que supone que este
elemento esté a los mandos. Lo mismo ocurrió anteriormente con
Chávez, le bastó con proclamarse de izquierdas para que mucha gente
bienintencionada de este sector le aplaudiera y defendiera, cerrando
los ojos a todas las atrocidades que cometió durante su mandato. Le
ha sucedido otro igual de atroz.

Es muy fácil creerse progresista, llevar
el bienestar a la población es más complicado.
'El Parotet y otros asuntos'
'Diario de un escritor naíf'
'Yo estoy loco'
'Valencia, su Mercado Central y otras debilidades'
'1978. El año en que España cambió de piel'
'Por qué España'
‘Búsqueda y desarrollo del talento’
'Filosofía, teología y el sentido de la historia'
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