Me refiero a lo que ocurre en el Reino de
Valencia, al que gentes malintencionadas llaman País Valenciano y
que oficialmente se llama Comunidad Valenciana merced a una propuesta
de Emilio Attard a la que accedieron los pancatalanistas sin tener la
intención de acatarla nunca, como vienen demostrando los hechos.
Dentro de la sucursal valenciana del PSOE
puede que haya algún que otro socialista de verdad que lleva el
asunto en silencio y procurando que la dirección no perciba su
discrepancia, porque ésta, y ahora más que nunca, siempre ha sido
pancatalanista. O sea, nacionalista. Son muchos socialistas los que
a estas alturas de la historia han dicho ya que el nacionalismo y el
socialismo son incompatibles. Pero luego ponen la bandera de España
a los pies del orate Torra, para que le sirva de alfombra.
En el Reino de Valencia el PP debería
haber presentado batalla a esos nocivos nacionalistas, pero no por
cuestiones de identidad, que esas son unas chorradas que se inventan
los nacionalistas porque las necesitan para su discurso, sino
simplemente por dedicar los recursos disponibles al bienestar de los
ciudadanos.
No se debería gastar dinero en cosas
prescindibles o no deseadas por los ciudadanos porque no hay para
todo; de hecho, hemos de pagar en su totalidad medicamentos de los
cuales no podemos prescindir en modo alguno. Y ahí están ellos,
derrochando a manos llenas el dinero que no hay, sin que les caiga la
cara de vergüenza, porque no tienen.
El PP valenciano les cedió mucho espacio
a los catalanistas, quizá para que les dejaran tranquilos en otros
aspectos, e incluso a muchos de este partido se les contagió el
nacionalismo. El ridículo Camps incluyó a la nefasta Academia
Valenciana de la Lengua en un Estatuto que nadie pedía. Y ahora el
dialecto catalán lo invade todo.
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