
El actual presidente de la Generalidad, con esa flema a la que nos vamos a tener que acostumbrar, ha dicho que no se trata de un impago, sino de un retraso. Es una afirmación sin contemplaciones de ningún tipo, propia de quien sabe que los interesados no tienen más remedio que aguantar. Pero a ver quién es el guapo que se atreve a decirle al Molt Honorable que eso está feo.
Dijo hace poco, y se conoce que nos tiene por tontos, que la Generalidad no gastaría ni euro en nada que no fuera rentable para el contribuyente. Lo cierto es que los proveedores, y entre ellos las farmacias, siguen sin cobrar, y mientras tanto sigue el derroche en otros organismos sin utilidad para los ciudadanos.
Puede preguntar a los ciudadanos si prefieren que pague los medicamentos que toman, o que siga manteniendo a la fenicia AVL, al obsecuente CVC, al rimbombante CJC, o el Sindic de Greuges, que al final no vale para nada.
Si la Generalidad eliminara todos esos organismos, inútiles, y dejara al mismo tiempo de derrochar en Canal 9, con ese dinero podría pagar sus deudas y las pequeñas empresas respirarían y podrían contratar gente, y lo mismo las farmacias, algunas de las cuales puede que se hayan visto obligadas a despedir empleados.
La situación en la Comunidad Valenciana puede calificarse de dantesca. La Nueva Fe está a medias, la vieja, que funcionaba perfectamente, está en situación de abandono, el Ágora está a punto de convertirse en un símbolo de la irresponsabilidad, si no tuviera la competencia del Puente de las Flores, o de la Fórmula 1.
¡Quién iba a pensar que en su megalomanía se atreverían a arriesgar el dinero de las recetas!
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