Dice
Artur Mas, ese moisés catalán, que el fiscal acusa a Convergencia
sin pruebas. Y que no le da miedo el juicio. Claro, en España, los
poderosos, por torpes que sean, no tienen miedo al juicio.
El
dinero desaparece. Y no vemos que haya ningún político en la
cárcel. ¿Por qué tenía que ir Mas? Se acusa a Félix Millet,
que está paseando por la calle, de graves delitos financieros,
cometidos durante un largo periodo de tiempo.
Y
no ha dimitido, ni presentado disculpas, ninguno de los que a lo
largo de ese tiempo tuvieron la obligación de controlar el uso que
daba Millet a los fondos públicos que se le entregaban.
Toda
la oligarquía catalana, la alta y la baja, se le ha tirado,
metafóricamente, al cuello a Millet, pero da la impresión de que lo
que les molesta es que le hayan pillado, o bien que quieran
desmarcarse públicamente de él, aunque no me extrañaría que en
privado le hagan carantoñas.
Lo
que no ha hecho todavía Mas, ni se espera que lo haga, es cómo pudo
Millet desviar tanto dinero, durante tantos años, sin que nadie de
la Generalidad Catalana se diera cuenta.
Por
el feudo de Millet se acercaba a cobrar hasta Colom, que reconoció
haber recibido 75000, cuando otras fuentes dicen que fueron 150 000,
y quién sabe si fueron más.
Lo
que ocurre en España viene a ser eso, palmo arriba, palmo abajo. No
hay pruebas de nada, pero el dinero no está. Y como dijo Pujol, otro
que tal, si tiramos de la manta nos haremos daño todos.
Mas
lo ha resuelto en una frase que no se cree ni él: Espanya ens roba.
Pero al que acusan de ladrón es a su partido. No me extrañaría
nada que al final, por falta de pruebas, no pasara nada. Lo de que
aparezca el dinero es más difícil.
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