Fernando
Ónega lleva mucho tiempo en el periodismo, en lugares de relumbrón,
y no se le puede negar que tiene pericia en el oficio. Por eso es
raro que se preste a escribir artículos como el titulado Celofán
de diálogo, en el que pone al
mismo nivel a los demócratas y a quienes instan a delinquir y
amenazan con ello.
Si
se compara el citado artículo de Fernando Ónega con el escrito, por
ejemplo, por Pablo Sebastián
sobre el mismo asunto, titulado Mas pierde el debate en el
Congreso, se
percibe claramente la enorme diferencia que hay entre ambos. Ante
este detalle, cabría hacerse
la pregunta de cuanto han cobrado cada uno de ellos por su trabajo y
surge la duda de si Ónega ha cobrado más, y eso que Sebastián se
paga a sí mismo.
Fernando
Ónega, escribe Catalunya, en
lugar de Cataluña, que suena mejor, puesto que el artículo está en
español.
No
cita ni una sola vez a Rosa Díez, ni tampoco a UPyD, cuyo
discurso es magnífico e insoslayable. Es
un valor seguro para los españoles de bien y para los socialistas
que se den cuenta de que Rubalcaba y el partido que dirige están
dentro de un laberinto de contradicciones cuya
salida sea muy difícil de encontrar.
Y
si
ha sido capaz de olvidar a una oradora tan brillante como Rosa Díez
también lo ha sido de
dar aires de dignidad a los lamentables discursos de los tres patanes
que mandó Mas en su lugar. Claro que pensar que Mas lo
hubiera hecho mejor que ellos es un alarde de la imaginación. Otro
que también buceó en la ciénaga es Duran Lleida, cosa que también
omite el bueno de Ónega.
El
colmo de los disparates de Ónega es cuando se pregunta si Rajoy
avivó el incendio. Eso es una bobada. Lo que ha hecho Rajoy es echar
un cubo de agua a un incendio que ha dejado crecer anteriormente. Los
incendiarios son otros, como bien debe de saber.
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