Está sobrevalorada su inteligencia. En
lo que demuestra ser experto es en las técnicas bolcheviques, pero
si no pone nada más, no puede llegar. Y es lo que le va a ocurrir.
En cierto momento estuvo en un tris de soprepasar al PSOE, y se lo
creyó. A continuación, en lugar de medir sus pasos e intentar
consolidar esos votos que le había arrebatado a su rival, lo que
hizo fue tomar unas decisiones mediante las cuales demostró a esos
antiguos votantes socialistas que se habían equivocado con él. Y
por ese camino sigue y cada vez le abandonan más. Por casualidad,
está en el gobierno, porque los planes de Sánchez consistían en
aliarse con Ciudadanos. Quedaba el PP, pero a este partido lo odia.
Una vez en el gobierno, tampoco se ha
dado cuenta Iglesias de que la supervivencia de su proyecto está
ligada a la de Sánchez. Lejos de eso, está haciendo ver a todo el
mundo que quien manda en el gobierno es él, porque siempre acaba
imponiendo su criterio al de los de los ministros socialistas; por su
parte, los ministros y ministras de Podemos son el hazmerreír.
Piensa que todo esto lo arregla o enmascara mediante la utilización
de los medios y la mano dura con los disidentes.
Sabe que tiene agarrado a Sánchez, pero
no se da cuenta, o no tiene en cuenta, que no es el único que lo
tiene, y que los intereses y planes de los demás son distintos de
los suyos.
También se cree más listo que los demás
y, por tanto, capaz de engañar a todo el mundo, así que, dada su
incapacidad para la autocrítica y su desfachatez, ha llegado a decir
que el PP está fuera de la Constitución.
Al final, de tanto ir a la fuente, se ha
roto el cántaro: el hashtag #SanchezVeteYa es trending topic y no
de esperar que el PSOE sacrifique su futuro por defender a quien lo
ha desnaturalizado.
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