La libertad se dará, como todo el mundo puede imaginar, cuando nos libremos del inepto que, con malos modos y peores modales, ocupa la Moncloa.
Algunos cenizos creen que no se irá nunca, pero es imposible que un melón como él perdure. Se basan en que está apoyado por la clase política más abyecta que se puede imaginar, y que estos grupos políticos, distintos unos de otros, pero con el objetivo común de hacer todo el daño que puedan no lo van a dejar caer. Bien, pero de esa asociación de grupos hay uno que es el menos abyecto, que es el ganado lanar, cuyo interés se reduce a tener sitio en el pesebre. Y más pronto que tarde se van a tener que dar cuenta, como ya van haciendo personas más avispadas que ellos, que las causas judiciales en curso se acercan al momento en que se vislumbrará, con toda claridad, que tienen consecuencias penales. Dicho de otra manera, para que lo pueda entender hasta el homínido gubernamental: Es la hora de las ratas.
Pero la justicia es lenta y este Felón, que como tal es un ejemplar único, no puede si sabe contenerse. Tiene que dejar pruebas de su falta de educación y su estupidez a cada momento. Su obsesión con Ayuso es digna de estudio por los profesionales de la salud mental. A mí, que no lo soy, me sorprende que no le hayan puesto, hace tiempo, una camisa de fuerza.
Es Ayuso quien va a acabar con él. Pero no porque tenga algún plan en este sentido, como insinúan los panfletos necios, sino comportándose como es natural en ella de forma educada y simpática, refutando los insultos y ataques que recibe, demostrando que no tiene miedo y que en su sonrisa hay simpatía y no crueldad, como ocurre en la del Felón. Todo eso será lo que lleve a dar el paso fatal.
Y al fin ¡la libertad!
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