Pero no se trata de Luis Miguel Dominguín, que se atribuía ese número, aunque los había que preferían a Antonio Ordóñez. Aunque los había, y no eran pocos, que preferían a este último.
Yo también habría preferido, seguramente, a Antonio Ordóñez, de haber sido aficionado a los toros y visto torear a los citados, pero no se ha dado ninguna de las circunstancias. No se puede tener afición a todo.
Un periodista acomplejado entrevistó a Antonio Ordóñez y le preguntó algo sobre la juventud. El torero contestó que los jóvenes han de hacer lo que se les ordene y ahí quedó el asunto. Los lectores y columnistas de otros medios criticaron al periodista por no haber hecho más preguntas sobre la cuestión y él se defendió poniendo sobre el tapete todos sus complejos. Los hay que presumen de tener muchas habilidades sociales y luego resulta que se resumen en saber hacer la pelota y manipular. En otra ocasión, este mismo periodista le hizo una pregunta a Camilo José Cela mediante la que seguramente pretendía un titular o acaso pillarlo en un renuncio, pero recibió como respuesta un sopapo verbal que le llevó a aborrecer para siempre a este escritor. Pero la respuesta que recibió era previsible, Camilo José Cela no tenía miramientos cuando alguien se pasaba de listillo con él.
Pues tenía que hablar del número 1 y me he enredado con Luis Miguel Dominguín, que este que era inteligente y triunfaba entre los intelectuales, y en casi todos los asuntos que emprendía, menos en el familiar -la vanidad mata-, y otros personajes que han surgido como por ensalmo y me han distraído un poco.
Por cierto, el número 1 que tocaba hoy, porque está de moda, debe de estar muy cabreado, ya que he visto una lista con los diez hombres más bellos y él no está. Digo yo que será porque a pesar de su hermosura resulta repulsivo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario