El PP también tiene ganado lanar. Esta realidad hiela la sangre al votante, que además contribuye con sus impuestos a pagar los sueldos de esos golfos, en el supuesto de que intentan mejorar sus condiciones de vida y en realidad lo que pretenden es vivir del cuento.
Cuando Casado atacó con nocturnidad y alevosía a Ayuso, todos los mamones del partido le aplaudieron y animaron. Ni siquiera se informaron de la cuestión, enseguida se dedicaron a adular al jefe. La información que recibió Casado era reservada y jamás debió salir de Hacienda. Si la fiscalía no actuó de oficio contra esa revelación de datos fiscales, mal vamos. Si Casado fuera un señor habría avisado a Ayuso de forma privada, pero arremetió contra ella con el resultado que todos sabemos.
En vista del modo noble y valiente con que Ayuso se defendió el PP debió elegirla a ella como presidenta del partido, pero se impuso el rencor a la excelencia y el elegido fue el vulgar Feijóo, que está lastrado por la política nacionalista que llevó a cabo en Galicia. Perdió unas elecciones generales que tenía ganadas por inepto y prepotente. Tampoco dio la cara tras el grave error de su partido en la votación que permite la excarcelación de terroristas.
Feijóo mantuvo en sus puestos a todos esos mamones que se posicionaron junto a Casado cuando traicionó a Ayuso. Mamones y traidores.
Ahora que todo el PSOE y el resto de la extrema izquierda, con la colaboración de los panfletos que han hecho de la mentira su forma de vida atacan a Ayuso de forma despiadada, el PP la deja sola. Como siempre. Indicio claro de que es la mejor.
Borja Sémper ha dicho que él sí que habría acudido a la cita con el Felón. Con eso sabemos qué piensa Feijóo y por qué han ido los demás.
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