Su autor, después de decirlo, sigue en el cargo: «los fiscales manejamos material muy sensible y manejamos también muchísima información de sobra que, por supuesto, no voy a usar jamás para insinuar o para filtrar de cualquier manera».
No ha dimitido, sino que es muy posible que le hayan ordenado que no lo haga, porque de haberlo hecho el Felón no habría tenido mas remedio que seguir sus pasos. Pero está claro que para estar a su servicio, quien la tenga, ha de olvidarse de la inteligencia y poner todo su empeño en obedecer y en despejar de obstáculos el camino por que transita o pretende transitar.
Ayuso no es un obstáculo en sí misma, puesto que su ámbito es regional, pero es objeto de envidia. Tiene todo el éxito que él quisiera tener. La gente la vitorea, la saluda, se hace fotos con ella por donde pasa. La inquina torpe y soez que los panfletos vierten sobre ella, no hacen efecto. Su popularidad aumenta y eso no deja dormir al Felón. Lo tiene enrabietado todo el tiempo y sus sicarios, y sicarias, ¡ojo!, lo ven y se inventan trolas para perjudicarla, pero resulta inútil. Qué frustración para ellos y ellas.
El juego sucio que se emplea contra la presidenta de Madrid es sonrojante, y aunque la animan a querellarse, ella lo deja correr todo, quizá por sabiduría -la más cruel de las venganzas consiste en no vengarse, dijo Marco Aurelio-, acaso porque presiente que todo eso redunda en beneficio suyo.
En su desvarío, le llegaron a pasar a Casado, porque se veía claramente que también la envidia, información confidencial del hermano de ella y el bobo, sin analizarla ni comprobarla, la utilizó a lo bruto, convencido de que ella asustaría.
El fiscal general también ha metido la pata, llegará el momento en que tendrá que dejar el cargo y su reputación ha quedado dañada para siempre. Y puede que aun sea peor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario