viernes, 19 de octubre de 2018

Ana Mato, de nuevo en el candelero

La exministra vuelve a estar de actualidad, pero no por alguna cursilería que haya dicho, o algo que haya hecho mal, sino por la tergiversación interesada de unas palabras suyas, dichas hace diez años, con las que criticaba el sistema educativo andaluz.
El periodismo de hoy en día, en gran medida, ya no se basa en informar sino en difundir posverdades, una tras otra, y lo lamentable del caso es que hay un público al que le gusta eso. Lo sigue, lo tolera y lo aplaude. Entre los periodistas los hay que son virtuosos en este proceder y tienen gran número de seguidores, entre los cuales, paradójicamente, son considerados como adalides de la verdad. No podía ser de otra manera.
Resulta curioso, además, que Ana Mato, que no pudo o no supo dejar buen sabor de boca en su faceta de ministra, sea criticada, diez años después, por algo en lo que tenía razón.
No se puede criticar a la izquierda española. Enseguida le cuelgan a uno el sambenito de fascista, lo que también hacen los nacionalistas, aunque parezca increíble, o tergiversan las palabras o las interpretan de forma interesada. Seguramente habrá una izquierda mucho más interesante en otros países. Es de esperar que sea así.
El mayor tesoro de un país, el que debería ser cuidado con mayor esmero, es el compuesto por los jóvenes. Y en España están dejados de la mano de Dios, se han transferido las competencias de Educación a las Autonomías y generalmente están en manos de incompetentes o indeseables que o los deseducan, y esto es un mal menor, o los ‘educan’, o sea, les enseñan cosas que no son, o que no sirven para nada, o que son abiertamente mentira, o absolutamente degradantes.
El Estado jamás debió dejar a los niños en otras manos que no fueran las suyas.

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