domingo, 27 de noviembre de 2022

Brutalidad británica

La prepotencia, el engreimiento, el pensar que se sabe todo son caminos directos hacia la estupidez. Dejó dicho Borges que la duda es uno de los nombres de la inteligencia. Pero no sólo de la inteligencia cabe añadir, porque es un freno del mal. Si un asesino dudara, no cometería el crimen.

Hay una atrocidad que ha perpetrado la izquierda mundial que es la de considerar el aborto como un derecho. Puesto que no se puede defender argumentalmente, lo impone como dogma.

Se puede tener comprensión y ser indulgente con algunas mujeres que abortan, pero eso está muy lejos de considerarlo como un derecho. Todas las leyes y normas morales, desde el principio de los tiempos, surgen del instinto de conservación como especie.

Pensar, como sugieren los tribunales de justicia británicos que las personas con síndrome de Down son inferiores al resto y no aportan nada a la sociedad es una aberración y una torpeza.

O sea, que elementos como Otegui o Chapote sean mejores que los nacidos con dicho síndrome no se sostiene.

Por lo visto, los habitantes de aquel reino insular piensan que hemos venido al mundo a comer y a disfrutar, y que determinadas no pueden hacerlo, por lo que hay que impedir que nazcan.

En cambio, los antiguos se hacían preguntas y trataban de averiguar el sentido de la vida. O sea, su actitud incitaba a plantearse una pregunta tras otra y aprender todo lo posible, de todas las maneras.

¿Que podemos aprender de las personas con síndrome de Down? En primer lugar, que no hacen daño a nadie, al contrario que los legisladores inconscientes. No es necesario hacer el mal para vivir.

Son felices. ¡Ah! Quizá por eso despiertan tanta envidia. La felicidad es la meta humana por excelencia, y ellos llegan. Podríamos preguntarnos que cómo es posible que esas personas que tenemos por menos inteligentes consiguen lo que para los ‘listos’ parece imposible.

Bien, pues aquí se acaba el espacio, pero creo que con eso ya es suficiente para hacer pensar a los bienintencionados. 

Esos libros míos



 


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