martes, 4 de agosto de 2020

Saludar a la muerte

En épocas no tan lejanas como parece, no eran pocos los que esperaban la muerte con ansia, la tenían como a una amiga que venía a librarlos de un sufrimiento insoportable. Esos tiempos ya quedaron atrás, al menos en este mundo que con mucho atrevimiento por nuestra parte consideramos civilizado.

No lo es porque conviven con nosotros ciertos mamarrachos que incluso logran escaños en el Congreso de los Diputados y luego acuden a una recepción oficial al Palacio de la Zarzuela vestidos de lo que son.

Digamos que las ciencias han avanzado una barbaridad y el dolor casi pertenece al pasado, eso en una parte del mundo.

Pero ha tenido que hacer acto de presencia una pandemia, cuando tenemos el peor gobierno de toda la historia de España, para que la muerte haya vuelto a ser objeto del deseo en muchos casos.

Un elemento que tiene muchas cosas de las que avergonzarse y que, no obstante, critica al Emérito, que al contrario que él ha hecho grandes servicios a la nación, presumió de tener el mando único de todas las residencias de ancianos. Luego no se preocupó por ninguna residencia ni por ningún anciano. Tampoco asume ninguna responsabilidad. O sea, que es una buena pieza, un pájaro de cuenta, un mamarracho, machista, cobarde y prepotente.

¡Pobres ancianos! Solos, sin poder respirar. Con la molesta tos que impide dormir. Con la asfixia. Sin fuerza para incorporarse. Sin recibir visitas de nadie. Ni de enfermeras, ni de médicos, ni de familiares. ¡Señor, llévame pronto! Abocados sin remedio a la muerte y deseando que llegue pronto.

Mientras tanto, en la televisión, otro mequetrefe hacía bromitas y contaba mentiras. Hoy en día a los mequetrefes los convierten en héroes. Es el signo de nuestro tiempo.

La calidad moral de una nación se mide por el modo en que trata a los más indefensos. Este gobierno ni siquiera sabe contar los muertos.

https://twitter.com/DathosBD/status/1290241143238807553

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