Los anteriores presidentes del gobierno procuran desmarcarse de él, pero ninguno tiene derecho a hacerlo. Todos han formado parte de este sistema y han estado de acuerdo con su contenido. Y de pronto ven que tiene fallos. No los habían detectado en su tiempo. Pero de todos los presidentes salvaría a los dos primeros, Suárez y Calvo-Sotelo, por razones obvias: puso mayoría en los Padres de la Constitución, porque no se fiaba del PSOE. Y lo que ha quedado claro es que tenía motivos para desconfiar.
De Felipe González en adelante, todos han hecho trampa. En Felipe González es patente su odio hacia los sectores de derechas, tan patente que antes que aliarse con el PP para imponer la cadena perpetua puso a los ciudadanos al nivel de los terroristas. Aznarín no se ha enterado. Rajoy y Feijóo tampoco. Aznar nos prometió que devolvería la independencia a los jueces. Su ‘olvido’ nos está costando lo que sabemos. Pero no se siente culpable, ni responsable. Cuando Felipe González vio la deriva de Zapatero, lo quiso corregir: hemos de hablar. Bien, te invitaré a comer. Lo invitó en Doñana. En total había 22 comensales.
El Felón es igual que Felipe González, pero mucho más basto, más prisionero de sus pulsiones, con más deseo de que se note quién manda aquí. El odio que le tiene a Ayuso acabará con él, por la sencilla razón de que ella es mucho más inteligente. Dijo Felipe González: quien me echa un pulso, lo pierde. No se trataba de que tuviera razón o no, sino de poder. No le importa al Felón causar daño. Digamos que ese es uno de sus alicientes. Al novio de Ayuso ya le ha causado un daño irrecuperable. Pues aún tiene intención de causarle más. Tanto odio ya apesta. Pero le daré un dato al bruto este: un botarate no puede acabar con España.
No hay comentarios:
Publicar un comentario