Me refiero a la foto en la que están todos los líderes de la OTAN rodeando a Trump, que ejerce de jefe y de modo despótico además, y un poco más allá está Pedro Sánchez solitario.
Luego nos han hecho saber que no es que ellos lo apartaran, sino que él mismo buscó ese sitio con la finalidad de hacerles ver a sus socios que es anti OTAN, puesto que no encaja en el grupo. Pero eso no es así. Se encaminó al lugar en que quedaba separado por dos motivos muy distintos. El primero es que no puede ser uno más en un grupo, tiene que destacar y una manera de conseguirlo es estar dos palmos más para allá. El segundo motivo es igual de importante: todos los que componen el grupo han ganado las elecciones en sus países y se sienten presidentes por derecho propio. No es el caso de Sánchez, que viene haciendo una trampa tras otra y sabe que no es un presidente propiamente dicho, sino un ocupa que en cualquier momento deberá abandonar el bien ocupado.
Luego estaba el afán propiamente dicho en el sentido de que le iba a discutir a Trump el porcentaje que hay que destinar a defensa y no se atrevió, porque no tiene argumentos, ni coraje, y habría tenido que oponerse a la agresividad del presidente de Estados Unidos que, por otra parte, habría sido apoyado por todos los demás. Demasiado para el galgo de Paiporta. Firmó lo mismo que todos y ya lejos del alcance de Trump salió con aquello de que con el 2,1 hay suficiente. Así quedaba bien con sus socios, sabiendo que le queda poco en el cargo y si de paso consigue cabrear a la Administración de Estados Unidos, miel sobre hojuelas, porque el enfado caería a plomo sobre el gobierno que lo sustituyera en España.
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