Estábamos sufriendo a Rajoy, bajo cuyo mando la economía mejoraba levemente, y nada más que la economía, porque a Rajoy no le gusta arriesgar nada, sino ir sobre seguro. Peor fue Aznar, que ni devolvió la independencia a los jueces, como había prometido, nos clavó la AVL a los valencianos, entre burlas y recochineos y se cargó a Vidal-Quadras.
Vuelvo a Rajoy, que no vio venir a un torpedo avieso y malintencionado. Tan egoísta como es, se olvidó de defender sus atribuciones. Cuando fue a darse cuenta ya le habían comido todo el terreno. Las consecuencias las pagamos los españoles, también los que votan al PSOE.
Desde que Sánchez es el presidente, todo son malas noticias. Menos mal que Ayuso mantiene el tipo en Madrid. Si no fuera por ella, la hecatombe habría llegado ya, pero la economía madrileña mantiene a la de toda España, a pesar de todas las trampas y juego sucio que le dedican.
Hemos tenido de todo, virus chino, volcanes, riadas, incendios, inmigración descontrolada, chulería del rey marroquí, etcétera. Centenares de muertos, que Sánchez atribuye a la mala gestión de otros, cuando es él quien no da un palo al agua. No lo da porque no sabe, pero si supiera apuntaría a las cabezas de las personas. Es un tipo al que no se le conoce idea buena, aunque su familia pensaba lo contrario. Hay uno que está preparado para fugarse al Japón, en cuanto las circunstancias lo aconsejen. El caso es que si se va antes de hora delata a su hermano. Begoña, a la que no se le quita la sonrisa de la cara, también debe de estar deseando largarse.
Total, que la peor desgracia que tenemos los españoles es la porquería de gobierno que nos ha tocado, en el que los pocos que sí saben hacer cosas procuran no hacerlas bien para no cabrear a Sánchez. El PSOE da pena.
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