sábado, 20 de julio de 2019

Pérez-Reverte ha roto con dos amigos

Lo he visto en un resumen de prensa en el que aparecen dos tuits suyos en los que afirma que Fulano y Zutano, dos antiguos corresponsales de guerra como él, fueron amigos suyos, pero ya no lo son.
Se comporta como un diosecillo que hace y deshace a su antojo y determina que es lo que está bien y qué lo que está mal.
Si se compara la lista de los académicos de la RAE con la de los que podrían ser académicos de la RAE, y se fija en los sistemas de elección comprende rápidamente que entre los intelectuales también se dan la obsecuencia, la ambición cruda y la actitud interesada. Algunos llegan a la Academia, a saber por qué intrincados vericuetos y callejones, y enseguida se creen superiores al resto y pontifican y lanzan soflamas, y pan a los patos, dicho sin ánimo de señalar.
De Pérez-Reverte me interesan algunas de las cosas que cuenta, porque se ha movido mucho por el mundo y tiene anécdotas y lugares sobre los que hablar. Pero su pensamiento me interesa bastante menos, porque creo que no lo hay, no existe. Y diría yo que él mismo es consciente de esto, o sea, que sabe que su obra es para hoy y que no tiene posibilidad de perdurar en el tiempo. Por eso mismo, dado lo efímero que presiente su éxito, intenta exprimirlo, apurar hasta la última gota. Persigue el aplauso y desea ser adulado, y sabe que el mejor modo de conseguir ambas cosas es comportarse de forma despótica y arbitraria, pero simulando ser justo y coherente.
Tiene salvación, el hombre, no digo que no. Si desea redimirse, le aconsejo un libro pequeño por tamaño, pero denso de contenido. Se titula ‘La amistad debida’, y tras su lectura, si lee con atención, será otra persona. Tendrá más conocimientos sobre la amistad y quizá llegue a escribir una obra que pase a la posteridad.

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