Hubo dos Montero en el gobierno. Para entendernos, las llamaremos Montera y Montero. Ninguna de las dos vale nada. Absolutamente nada. Montera ya no está en el gobierno, pero se las ingenia para seguir incordiando una y otra vez. Seguramente, los españoles hemos cometido un pecado muy grande y el Señor nos ha enviado esa peste, que no es solo la Montera, una de las belarras, muy dañina por cierto.
Pero centrémonos en Montero, porque si la especialidad de Montera es estar siempre cabreada e insultante, a esta le va hacer de payasa, mala por cierto, de vez en cuando, y aunque algunos se creen que el Felón la tiene ya sentenciada, eso está por ver. Entre otras cosas, porque vienen curvas muy cerradas para este gobierno. Por todos lados. Por el caso del fiscal general, por el de Pumpido, por el de David, por el de Begoña, por el de YolyParo, habrá que ver cómo se retuerce esta si se ve sentenciada. Siempre tiene traiciones guardadas por los bolsillos.
El caso es que desde Trump hasta la UE todos lo apremian, pero sus socios no pueden tolerar lo que se le exige que haga. El manual de resistencia del Felón dice que ha de engañar a todos, pero como todos lo conocen ya, sus mentiras no son creídas. Eso para él viene a ser como un desafío más, algo que tiene que afinar mejor, sin bajarse de la mentira y la trampa.
Volvamos a la Montero que tiene pinta de bruja y posiblemente lo sea. Ha puesto en duda la capacidad de los médicos formados en la privada. Ella. ¿Qué garantías puede ofrecer sobre su formación? ¿Sabe hacer algo? Quizá haga bien la pelota, o al Felón le guste cómo se la hace. Al Felón le gusta, sobre todo, que le sostengan el espejo, para poder disfrutar mirándose. Y eso seguramente ella lo sabe hacer.
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