Lo siento, pero no lo puedo decir de una manera más suave. A estas horas ya debería haberse dado cuenta de que no hay nadie que lo tome en serio. Y tampoco hay nadie que lo tenga por demócrata. Exige que se le obedezca ciegamente y sin rechistar. Los subordinados suyos que tienen talento -no son muchos- se hacen los tontos.
Es decir, se trata de un tipo claramente dictatorial, que se entiende bien con dictadores, y que disimula cambiando de sitio los huesos de Franc0 y queriendo ilegalizar su Fundación. Con esto último, además, mata otro pájaro con el mismo tiro, dado el odio africano que siente el PSOE -capaz de glorificar a terroristas y asesinos- por Franco. Pues la cuestión es que este dictador, que no habría podido durar como tal en las mismas condiciones en que lo hizo su odiado Franco, se propone gastarse diez millones de euros en propaganda para ‘reafirmar’ -hay que ser burro- la democracia.
‘Reafirmar’ la democracia mediante la propaganda es una tomadura de pelo tamaño cíclope. Es una bestialidad indigna de un ser civilizado. La democracia se reafirma mediante el ejemplo. Acudiendo al Congreso de los Diputados y escuchando con humildad y atención lo que allí se dice. Respondiendo con educación cuando se le pregunta y tomando en cuenta las cosas que le dicen. Pero él no va casi nunca y cuando lo hace demuestra el uso que les da a sus dos orejas: por una le entran los reproches que le hacen y por la otra le salen. Y eso el ratito que está allí, que no suele ser mucho, y durante el cual aprieta las mandíbulas muy cabreado y se le nota que jura vengarse tan pronto como pueda.
Que ahora quiera gastar diez millones de euros de los españoles para tomar el pelo a los españoles, o simplemente para demostrar quién manda aquí, es una afrenta -otra más- por la que deberá responder.
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