lunes, 25 de mayo de 2020

China contra Dios


Aunque en propiedad no cabe hablar de China, sino del gobierno chino, y tampoco sería correcta la referencia a Dios, porque no lo ha visto nadie, por lo que no se puede saber si existe o no existe. Quizá fuera más correcto referirse a las leyes de la Naturaleza según las cuales el ser humano es intrínsecamente libre.
En China esa libertad no existe de ninguna de las maneras, de modo que los chinos viven sometidos de manera oprobiosa y humillante desde hace mucho tiempo. El reto es ver si ese estado de cosas se puede mantener indefinidamente. Hay que recalcar que mientras tanto el mundo occidental no se inmuta ante esa realidad, como si no le incumbiera. Y no sólo eso, sino que además permite su intromisión en los mercados financieros y se siente aliviado si compra deuda pública. Tampoco le produce ninguna alarma que China esté colonizando, con métodos de hoy, algunos países de África y de América del Sur.
Esa esclavitud en la que viven los chinos puede extenderse a otras zonas del mundo, y no es el único movimiento en este sentido, porque otras fuerzas de índole también comunista también inciden en este intento. De modo que si volvemos al título y damos por hecha la existencia de Dios, el enunciado se podría cambiar por Satanás contra Dios.
Los chinos están siendo vigilados mediante la tecnología más avanzada, de modo que no gozan de privacidad en ningún aspecto de sus vidas. El ordenador central del gobierno chino, o conjunto de ordenadores, sabe lo que sueña y lo que teme cada uno de los chinos.
Goebbels sabía que la proporción de posibles rebeldes es de uno por mil, pero en las condiciones de China, el porcentaje aún ha de ser inferior.
¿Aprenderán los chinos a disimular tanto sus sentimientos que los ordenadores gubernamentales que controlan sus rostros no los detecten, y poder así organizar una insurrección? ¿Lograrán establecer una red los chinos que viven en el exterior para derrocar al régimen? ¿Acabaremos cayendo todos en las garras del poder chino?

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