viernes, 15 de enero de 2021

Bono, el vendedor de crecepelo

 

Conviene situar el foco en el inicio de la acción. Según todas las encuestas, Loyola del Palacio iba a ganar las elecciones autonómicas por mayoría absoluta. Apareció en la escena un tal Baltasar Garzón, desconocido por entonces, que armó un estruendo enorme con el asunto del lino, que al final quedó en humo, como tantas cosas suyas, pero que mientras tanto sirvió para que el magistrado se hiciera popular y fuera Bono quien ganara las elecciones en lugar de Loyola del Palacio. Eso que perdieron los votantes castellano-manchegos.

La historia entre Bono, Garzón y más tarde Felipe González tiene más cosas que contar, pero lo que interesa en estos momentos es el humo que, una vez más, intenta vender.

Dice que los socialistas no están a gusto con Podemos, ese partido diseñado para estar al servicio de una persona, y que pinta menos en el gobierno que en las televisiones.

Pintará poco, pero derrocha una cantidad ingente de millones y lo hace con la finalidad de sembrar el mal. Le ha torcido el pulso al presidente del gobierno, Su Persona, el Felón, infinidad de veces.

Y si dice que no están a gusto con Podemos, tampoco lo deben de estar con Bildu, que también logra concesiones inconcebibles de este gobierno. No es que no tengan que estar a gusto, es que deberían sentir asco y vergüenza. Este es el gobierno moralmente más corrupto de toda la historia de España. Tener como socios y aliados a los etarras y a los podemitas es peor que una hecatombe.

Pero es que no se ha terminado ahí la fiesta. Hay que tener en cuenta el apoyo de los delincuentes que cumplen condena por delitos graves, y sin cuyo apoyo este gobierno tampoco sería posible. Logran sus contrapartidas y la esperanza de volver a cometer el mismo delito por el que han sido condenados.

Por cierto, Bono anteriormente estaba más calvo y tenía, seguramente, mucho menos dinero.

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