jueves, 14 de enero de 2021

Sánchez, pareja de baile de Otegui

Todo el sabe que es un tipo tan pagado de sí mismo que obliga a sus ministros -conviene recalcar que son ‘sus’ ministros- a esperarlo con las manos preparadas para aplaudir cuando llegue, y enseguida él añade ridiculez al episodio aplaudiéndose a sí mismo. Ni a un cretino se le ocurriría.

Y a pesar de lo satisfecho que está de sí mismo no le hace ascos al hecho de ser apoyado por un terrorista. Algo falla en la psique se Sánchez.

Otegui es un terrorista del que se conocen algunos delitos y es lícito, moralmente, sospechar que puede haber cometido otros, porque quedan muchos atentados de ETA sin resolver. Es, también, el coordinador general de Bildu, partido merced a cuyo apoyo, que se cobra, ostenta Sánchez la presidencia. Es decir, a costa de lo que haga falta.

Otegui es ese terrorista que dijo públicamente eso de: «quizá hicimos más daño del que teníamos derecho a hacer». Ahora ha escrito cartas a los terroristas presos para que se inscriban en Bildu.

Es lógico que a los ministros podemitas no les dé vergüenza la alianza con Bildu. De hecho, nunca han ocultado sus simpatías hacia los etarras. Pero, ¿y Robles, Campo y Marlasca? ¿Tendrán vergüenza? ¿La tendrá el Astronauta? ¿Calviño? ¿Los demás? Ninguno de todos ha demostrado saber lo que es la vergüenza. De hecho, si se les obligara a llenar un folio con sus ideas sobre este sentimiento, se les pondría en un gran aprieto. Si lo que tuvieran que describir fuera el desparpajo o la desfachatez, se sentirían mucho más cómodos.

¿Tendrán vergüenza Pascual Sala, Eugenio Gay, Elisa Pérez Vera, Pablo Pérez Tremps, Luis Ortega y Adela Asúa? Son los magistrados que decidieron que Bildu es un partido constitucional. Gracias, pues a ellos, el ínclito, para mal, Sánchez puede aumentar los índices de paro y de pobreza en España.

Esos magistrados no han mostrado ninguna señal de arrepentimiento hasta ahora.


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