sábado, 16 de enero de 2021

Hay que ponérselo difícil al virus chino

 

Tenemos la obligación moral de intentar evitar ser contagiados por el virus chino, para que si se da el caso poder afirmar que ha sido a causa de la mala suerte.

Hay que pensar en que los hospitales están colapsados y no se pueden atender otras enfermedades o dolencias. Y esos aplazamientos de intervenciones quirúrgicas que no se consideran urgentes pueden tener consecuencias graves para quienes los soportan.

Puesto que según vengo observando las grandes concentraciones de gente en la calle -durante los primeros catorce días de marzo del año pasado las hubo en Valencia para asistir a la mascletá- no producen contagios, habrá que convenir en que estos se dan en las reuniones privadas en lugares cerrados.

A falta de mejor opinión, las siguientes normas podrían servir:

a) Es conveniente que el lugar esté ventilado.

b) Cada persona sólo puede tocar lo suyo. Su vaso, su plato, sus cubiertos.

c) Para coger cosas del centro de la mesa, la botella de vino, el jarro de agua…, hay que usar guantes desechables.

d) Se ha de hablar en el tono de voz más bajo posible. Lógicamente, no están indicados los cánticos.

Si cada cual se comportara de forma responsable, seguramente los gobernantes tendrían menos excusas para imponer normas dictatoriales que ellos son los primeros en incumplir.

El virus surgió en China y el comportamiento del gobierno de este país ha sido el propio de los comunistas. Que los gobiernos de los países democráticos no hayan actuado con la eficiencia con que deberían haberlo hecho no cambia las cosas, en todo caso le da ventajas al régimen chino. Que la actuación del gobierno español haya sido y lo siga siendo una de las peores, entra dentro de la lógica, puesto que está infestado de ministros comunistas, cuyos actos denotan torpeza y maldad.


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