Esa circunstancia se da cuando los que roban son del PSOE. Aznarín, ese niñato engreído que hablaba catalán en la intimidad llevaba en el programa con el que consiguió ser presidente la devolución a los jueces de la independencia que les habían arrebatado los socialistas. Debió ir mucho más allá: dársela toda y dejar el asunto de modo que no se les pudiera volver a arrebatar. En cambio, dejó las cosas como estaban, con lo cual el daño a España es irreparable.
Da la impresión de que aun conserva mucho poder en algunos medios, pero no tiene ni punto de comparación con el de la izquierda en la mayoría.
El PSOE ocupa las instituciones, los organismos y los consejos de administración que puede y sus componentes actúan como un ejército disciplinado. Atacan con saña cualquier desliz, real o inventado, grande o pequeño, del PP. Son capaces de disculpar y hasta de intentar ocultar cualquier atrocidad, por asquerosa que sea, de los suyos.
680 millones dan para mucho. 680 millones robados a los pobres. «Ser un trabajador y votar a la derecha es de tontos». Eso dicen los ‘listos’. 680 millones robados a los pobres, gracias a los cuales han podido gobernar en Andalucía 40 años seguidos. Pero son muy honrados y respetables. Los sindicatos no han dicho nada. Las subvenciones a los medios también se hacen notar.
No digo que todos los socialistas sean sinvergüenzas. Los hay de muy nobles y limpios de corazón. Si Joseba Pagazaurtundúa no lo hubiera sido tanto es posible que aún estuviera vivo.
Hay que recordar lo que tuvieron que sufrir Marino Barbero, Mercedes Alaya o Javier Gómez de Liaño por querer hacer su trabajo. Y cómo medran otros, vulgares y tramposos.
La independencia de la justicia, sin la cual no puede haber democracia, es la asignatura pendiente. Los partidos de izquierdas, incluido el PSOE, se vienen oponiendo desde la Transición. ¿Por qué se les considera demócratas? Algunos socialistas lo son, no así su partido.
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