Al menos de la flotilla. Aparece Sánchez, el señor Felón, al que nadie, fuera de sus súbditos le cree ya nada, porque siempre miente, encadenando tonterías, y tuvo que ser Meloni, que cada día es más popular, quien dijera las verdades del barquero. Esos barquitos han ido a hacerse publicidad, quizá de acuerdo con Hamás, y mientras tanto se lo han pasado bien, yendo de isla en isla y bailando lo que han querido. No hay nada que hacer con esta gentuza. Darían risa, si no fuera porque hay muchos muertos por en medio.
Ella lo ha contado bien. No cree que esta caravana de barcos proporcione ningún beneficio a los palestinos y que perjudicará a los italianos. Evidentemente, alguien les ha pagado el viaje y proporcionado viandas, y ahora están casi todos en manos de Israel, que tampoco los va a mandar a los tiburones como sí que harían los de Hamás, si los hubieran pillado y fueran del equipo opuesto. No han querido que se entere nadie y han arrojado sus móviles al mar, pero a lo mejor los israelíes se lo han captado todo.
Por otro lado, hay una huelga en Italia con la que quizá tengan algo que ver los viajeros, acostumbrados a señalar a un sitio, cuando notoriamente van a otro. Nuestro Felón particular se ha unido a la fiesta -no podía ser de otro modo estando una enemiga suya por en medio- y ha dicho que no ha podido dormir por culpa de los navegantes, por si les pasara algo, por si Israel tomara represalias. Sería por eso que mandó un barco a protegerlos, que en realidad no protegió nada, y en contra de todas las leyes, porque lo que en realidad le va a este hombre es hacer daño. Es de esperar que La juerga se le acabe pronto.