He visto en un titular que Pumpido ha explotado, porque todo el mundo critica al Tribunal Constitucional. Pues yo también he explotado. Nunca hasta ahora se había visto tan claro, como otras cosas, que este tribunal fue un invento de Felipe González, para que funcionara como un ministerio más.
El primer presidente fue Manuel García-Pelayo, al que seguramente trajo con engaños Felipe González. El Tribunal parecía muy digno hasta que tuvo que ver el caso Rumasa. Se reunieron los dos presidentes, el del gobierno y el del tribunal, a cenar y el segundo cedió. Como su voto valía doble, ganó la tesis gubernamental. Ya se dijo que el TC no recuperaría nunca su prestigio. Ha ido de mal en peor. García-Pelayo dimitió enseguida y se fue a morir de pena a Venezuela, que todavía era un país libre.
Si hacemos un salto en el tiempo, nos encontramos con el que estuvo presidido por Pascual Sala, del que no puede decirse que sea experto en leyes, ni que lo vaya a ser nunca, que propició una serie de barbaridades sin cuento. Rajoy debió haber suprimido ese tribunal por las bravas, porque ya está bien de tomar el pelo, pero es que este presidente tampoco era capaz de tomar medidas heroicas. Tenía su librito: el Estado es muy fuerte y será imposible que puedan con él. Pero ahí están los malvados que legalizó aquel tipo haciendo todo el daño que pueden y chuleándose de los españoles. El nivel intelectual del Congreso ha bajado estrepitosamente.
Y siguiendo el atajo llegamos a nuestro actual presidente, al que no le importa pasear la toga por el barro, el que viene desactivando todos los puntos de la Constitución que molestan, soltando delincuentes, amnistiando golpistas, y haciendo ver que no le importa que el TJCE examine sus obras. En realidad, lo que le preocupa es el cargo que espera.
El Tribunal Constitucional está de sobra.
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