viernes, 5 de enero de 2024

La reprobación de Ortega Smith

 

Ortega Smith fue víctima de una trampa en la que no debió caer, y toda la izquierda, de un modo que demuestra la escasa calidad personal de sus componentes, aprovechó la circunstancia al unísono

para magnificar el hecho, exagerándolo y tergiversándolo.

El PP no debería haberse sumado al juego sucio contra su socio natural. Por decencia y por no caer en la estupidez.

El PP desde siempre viene imitando al PSOE en lo peor, o dejándose contagiar. El PSOE, para disimular los infames pactos, trata de encasillar a Vox en la extrema derecha, a pesar de que varias personas doctas en la cuestión, todas ellas de la izquierda o de la extrema izquierda, han dicho que no lo es. Pero la verdad no le ha importado nunca al PSOE, sino que lo que le interesa es que el personal piense eso de ese partido. Y de paso que no caiga en la cuenta de que algunos socios suyos sí que son de extrema derecha.

Tanto Feijóo como antes Casado, se sienten molestos con la presencia de Vox, porque evidentemente le quita votos al PP, y por ese motivo, tanto el uno como el otro, han colaborado en su estigmatización y en catalogarlo como extrema derecha.

Eso está muy feo. Un partido serio jamás debería hacer juego sucio, nunca debería servirse de la mentira para denigrar a otro partido político.

La actuación de Almeida en el caso fue lamentable, al catalogar a Ortega Smith como cobarde por haber abandonado el Pleno junto con los demás miembros de su formación. No se fueron por cobardía, sino enfadados, porque el acto fue otra encerrona.

No me sorprendería que Almeida hubiera querido hacer méritos ante Feijóo, pero deberían tener en cuenta, tanto uno como el otro, que estas actitudes las pueden pagar muy caras, como ya ocurrió en las elecciones del 23-J.

Quizá fuera bueno que Feijóo dimitiera, puesto que la situación es muy grave y él viene quedando claro que no da la talla.

Esos libros míos

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