lunes, 22 de enero de 2024

Zapatero para incautos

 

Le preguntaron: ¿es cierto que duerme diez horas? Y Unamuno: diez no, doce; pero las otras doce estoy despierto.

Con Zapatero, los socialistas podían seguir creyendo que defendían ideas nobles y decentes. Por ejemplo, gente como Miguel Delibes, que pensaba esto: «Antaño, el progresismo respondía a un esquema muy simple: apoyar al débil, pacifismo y no violencia. Años después, el progresista añadió a este credo la defensa de la Naturaleza. Para el progresista, el débil era el obrero frente al patrono, el niño frente al adulto, el negro frente al blanco. Había que tomar partido por ellos. Para el progresista eran recusables la guerra, la energía nuclear, la pena de muerte, cualquier forma de violencia. En consecuencia, había que oponerse a la carrera de armamentos, a la bomba atómica y al patíbulo. El ideario progresista estaba claro y resultaba bastante sugestivo seguirlo».

Pero otros, que estaban despiertos, se dieron cuenta de que el lema del Zapatero es: «ni una mala palabra, ni una buena acción». Sin embargo, el engaño funcionaba muy bien para muchos, que se proclamaban zapateristas de su primera legislatura. El caso es que caía muy bien a la gente y si no fuera tan incompetente todavía seguiría ganando elecciones.

El caso de Sánchez es el contrario, porque cae fatal. Con él, hay socialistas honrados que se sentían cómodos con Zapatero han roto el carnet del partido.

La realidad es otra. Del daño que hizo Zapatero no es probable que nos recuperemos jamás. Sánchez está agrando mucho la destroza que hizo aquel, pero aunque no fuera así, tampoco habría podido. Supongo que habrá estadísticas que demuestren que con estos dos el número de depresiones y suicidios ha aumentado considerablemente.

Al margen de esto, Zapatero ya no debería engañar a nadie. Una vez convertido en el mayordomo de Maduro, quienes lo siguen y lo aplauden no pueden ser considerados como incautos, sino como otra cosa.

Esos libros míos

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