Una dama rica va a una óptica de postín, elige unas gafas caras y le dice a la dependienta que ya la mandará a su chófer para que se las pague. El chófer se presentó con el dinero siete u ocho meses después. Hay gente a la que le cuesta llegar a fin de mes. Se dice que Cela en sus últimos tiempos necesitaba un millón de pesetas cada día. Quien haya leído La cruz de San Andrés se lo creerá de inmediato. Hay otros que con un sueldo ínfimo consiguen ahorrar. Uno mira sus nóminas y luego los precios de los alimentos y llega a la conclusión de que no ya para ahorrar, sino para conseguir que el último día del mes aún quede algo del sueldo no hay más remedio que saltarse más de una comida. Pasar del aire se llama la figura.
Si una persona con entradas "decentes" de dinero en su casa comenta públicamente sus dificultades en este sentido, demuestra tener un carácter frívolo. Si lo hace un político, como es el caso de Esperanza Aguirre, pone de manifiesto que carece de la menor sensibilidad hacia los ciudadanos. Ella niega haberlo dicho, pero de momento el libro está en las librerías. Los políticos tienen buenos sueldos, se los ponen ellos. Si alguno no tiene bastante con ese dinero, puede abandonar la política y dedicarse a tareas más lucrativas. Por otra parte, y al igual que Zapatero utiliza al personal de la limpieza para que le saque el perro a pasear, Esperanza puede pedir a sus asesores, que le pagamos entre todos, para que le lleven las cuentas de la casa. Si un día come salmonetes en lugar de marisco, tampoco pasa nada.
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