lunes, 7 de mayo de 2018

Alegan su inviolabilidad parlamentaria

Los procesados por desobediencia niegan que hayan desobedecido y se acogen a la inviolabilidad parlamentaria que, según se empeñan en entender, va mucho más allá de lo que pueda imaginar un parlamentario de cualquier país democrático.
En realidad, se sentían impunes, porque hasta el momento se les había consentido todo, e incluso Puigdemont se había fotografiado con cinco requerimientos del TC, presumiendo de haberlos desobedecido todos, por lo que pensaban que todo iba a seguir igual hasta que consiguieran lo que querían.
De pronto, se han dado cuenta de que han caído en una ratonera, o quizá no se hayan enterado aún. Ahora se le puede acusar de delitos mucho más graves que en un principio. Pero el hecho de que pidan que se les devuelva el pasaporte puede dar idea de que sí lo saben.
En todo momento han tenido intención de burlar al Tribunal Constitucional, han buscado el modo de hacer sin que parezca que hacen, han presumido de ello en numerosas ocasiones, han engañado a Montoro, aunque éste no lo quiera reconocer, y tan seguros se sentían de sus artimañas y también de la debilidad del gobierno, aparte de que contaban con complicidad de políticos tan taimados como Pedro Sánchez, Pablo Iglesias y otros que cayeron en la trampa.
Pero antes de eso, o paralelamente, las empresas comenzaron a irse de Cataluña; incluso empresas de cuya afección al régimen no cabía dudar, pero la adicción al dinero es mayor y se dieron cuenta de que la única manera de evitar la quiebra era salir pitando, por mucho que les doliera.
Esas empresas que tantos donativos habían hecho a la causa podían dar marcha atrás, pero los políticos, excepto los de la CUP, ya no. Han quedado atrapados en la tela de araña de la ley y ahora se conoce que su única posibilidad consiste en engañar al juez. Es lo que se desprende de la línea de defensa que han elegido.

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